miércoles, 18 de febrero de 2009

La Dalia Negra



Bautizada como Elizabeth Short, nació en un pueblecito de Massachussets el 29 de Julio de 1924. Sus padres se llamaban Phoebe y Cleo Short.

Las cosas no fueron idílicas en el hogar de los Short, y todavía se volvieron más crudas cuando, al año siguiente, Cleo abandonó a su familia de la manera más teatral posible: fingiendo su propia muerte.

Los años iban pasando, y Beth se iba convirtiendo en una hermosa y esbelta mujer que causaba admiración allá donde iba. Sabedora de ello, Beth hacía cuanto estaba en su mano para explotar su imagen, tiñéndose el pelo de negro azabache y luciendo vestidos ajustados. Fue en esa época cuando empezó a considerar seriamente el dedicarse a ser modelo o actriz.

El 15 de Enero de 1947 la policía recibió una llamada anónima de una mujer diciendo que había visto a una persona en un solar abandonado de Leimert Park, un barrio del sur de Los Ángeles.
En entrevistas posteriores, Betty afirmó que al principio pensó que sólo era un maniquí roto. Poco después de las 11, los agentes Frank Perkins y Wayne Fitzgerald llegaron al lugar señalado y no se encontraron con un maniquí, sino con un espectáculo dantesco.


El cuerpo de Elizabeth Short yacía en el suelo, horriblemente mutilado.

Su cuerpo había sido partido en dos por la cintura, dejando ambas partes a medio metro de distancia, con las piernas abiertas y los brazos posición de alto.

Sus intestinos habían sido colocados de forma ordenada dentro de la pelvis, que se encontraba expuesta a la intemperie, y su estómago estaba lleno de heces.

Había marcas de cuerdas en sus muñecas y tobillos, indicando que había sido atada durante al menos 72 horas, con toda probabilidad para torturarla: múltiples laceraciones, golpes y quemaduras aparecían por todo su cuerpo; el pecho derecho le había sido extirpado; profundos cortes en forma de X adornaban sus miembros y su zona pélvica; una letra “B” había sido grabada en su frente; faltaban además algunos trozos de su cuerpo, cortados con precisión de cirujano, que según la autopsia fueron seccionados antes de morir.

Por si esto fuera poco, sus mejillas habían sido sajadas desde la comisura del labio hasta la oreja dejando la mandíbula casi sin sujeción, formando una siniestra sonrisa. Para culminar tan macabra obra, había sido violada post-mortem, desangrada, y habían introducido hierba y el trozo de rodilla que le faltaba en su vagina. El forense dictaminó que la causa de la muerte fue hemorragia cerebral debida a múltiples fracturas de cráneo, producidas por un objeto romo y contundente.

Ni una gota de sangre adornaba el cadáver ni la hierba a su alrededor, prueba de que había sido cuidadosamente lavado antes de ser transportado desde el lugar de su muerte hasta el solar. Esto dificultó la toma de huellas, ya que sus dedos estaban arrugados por el agua. Decenas de agentes del FBI comenzaron entonces la titánica labor de comparar las huellas con las de sus archivos, que contaban por esa fecha con 104 millones de registros. Pronto identificaron a la víctima.

Cuando los periódicos recibieron las imágenes de Elizabeth Short en vida y vieron su belleza, juventud y candidez, se lanzaron como hienas sobre el caso convirtiéndolo en la historia del año.

Con la prensa detrás, el crimen pronto se convirtió en la prioridad del Departamento de Policía de Los Ángeles. Pero como ocurre con todos los casos de gran notoriedad, la cantidad de pistas falsas supera con creces la de de pistas válidas.

Fue precisamente un periodista el que inventó el apodo, Beth pasaría a la historia como la Dalia Negra, en honor al film de moda en esos momentos (La Dalia Azul) y a la pasión de Beth por la ropa de color azabache. Fue entonces cuando la mujer dejó paso al mito.

La mejor pista llegó el 24 de Enero. Ese día el periódico Examiner recibió un sobre sin remitente con las pertenencias personales de la Dalia, incluidas fotos y una agenda con 75 nombres a la que le faltaban varias páginas. Tanto el sobre como su contenido estaban impregnados de gasolina, método rústico donde los haya para borrar huellas dactilares. En el sobre aparecía la leyenda "Aquí están las pertenencias de la Dalia, les seguirá una carta", escrita con trozos de periódico recortados.

Como prometía el sobre, la siguiente carta llegó, y en ella el presunto asesino decía que se entregaría en una fecha y lugar determinados. El día señalado se recibió otro anónimo similar diciendo que había cambiado de opinión, y que nunca le cogerían. Se llegó a otro punto muerto.

Es un caso aún sin resolver.



No se porque me gustan estas historias .
Con razón mi madre dice que soy rarita u.u


PDT: Ya hice lo que tenia q hacer y me siento genial.


Bye^^

1 comentario:

briones dijo...

ya veo que estuvo buena la fiesta! uuh!

por cierto eso es grotesco, safo safon a esas cosas, odio las mutilaciones.... y creeme que para mi es mas repugnante que un gran y jugoso pesazo de mier...jojojo


que bueno que se haya...ah...pues solucionado? tu sproblemas conyugales jaja broma

saludos^^